Seguimos siendo un gran municipio, a la vanguardia de todo. Tenemos el privilegio de tener a un munificente equipo de gobierno que no duda jamás qué hay que hacer con el dinero del contribuyente para que éste se sienta más cómodo en su tierra. Fuimos los primeros en tener una piscina climatizada en condiciones con unos precios asequibles en toda la vega baja. Además de ello, cuando alguien, en algún municipio de la comarca, sentía el bizarro y excéntrico impulso de jugar una partidita gratuita de tenis, ¿dónde acudían?, a Orihuela por supuesto. Sin duda fuimos pioneros en oferta de estructura. En esa línea, nuestra alcaldesa, muy dada a preocuparse por sus súbditos (perdón, ciudadanos), continuó potenciando el desarrollo de zonas y centros destinados al ocio. Los más jóvenes del municipio apenas pueden dar dos pasos sin cruzarse con una pista de baloncesto o fútbol sala en plenas condiciones, todas valladas y con las pertinentes medidas de seguridad (las canchas del puente del rey sin ir más lejos, les invito a visitarlas). Fíjense, no conozco nadie que haya tenido problema alguno para practicar cualquier deporte en Orihuela. Yo, sin ir más lejos, para sentirme patriota, decidí hacer uso de nuestra pista de atletismo y así, mejorar mis tiempos. Gracias al tartán de alta calidad de la pista, acabé por hacer los 400 m en un tiempo más o menos normal (luego descubrí que el tartán era una misérrima amalgama de tierra y piedrecillas y que los 400 m eran, midiendo por lo alto, 200 metros mal contados, por ende también descubrí que me convenía dejar el atletismo). Mientras lo hacía, otros equipos de diversos deportes entrenaban en instalaciones perfectamente equipadas e iluminadas, y para nada hacinadas; todo el mundo puede entrenar a horas decentes.
Cuando de la altruista cabeza de algún emprejal (organismo endémico híbrido resultante de aunar en una sola persona las funciones propias de empresario y concejal), surgió la idea de hacer un centro comercial sin ánimo de obtener grandes beneficios y sí de otorgar divertimento al pueblo, también lo llevaron a cabo no sin éxito . Se potenció todo lo posible que ese centro estuviera colmado de locales destinados a un ocio inexistente en el casco urbano y se evitó por todas las vías posibles la proliferación de tiendas que, al poco tiempo, murieran, no sin antes afectar a los pequeños negocios del centro.
Es un lujo por pocos conocido el tener un equipo de gobierno que, por norma, hace lo que cree que beneficiará al grueso de la población, sin tener jamás en cuenta intereses monetarios particulares o de otra índole, aunque… ¿no es ese su trabajo? Unos dirigentes que valoran cada euro con que el ciudadano puntualmente contribuye, como una oportunidad para devolvérselo en forma de diversión y confortabilidad. Una gran suerte, pues, estar al amparo de estas personas que se alejan totalmente de la abyección.
Es maravilloso vivir en Orihuela, gran ciudad del o…qué diablos, tal vez lo escrito esté a la inversa, que este texto diga exactamente lo contrario de lo que la realidad marca. Quizás lo que suceda es que Orihuela no es una gran ciudad, sino un pueblucho abandonado a su suerte por los gobernantes y por la mayoría de su ignorante población. Puede que no seamos más que aquello que nos merecemos a causa de la connivencia de los gobernados y la codicia de los gobernantes. Puede que, en definitiva, esto sea simplemente una ciudad de desilusiones, mentiras y engaños…PURO OPIO.
CARLOS BERNABÉ MARTÍNEZ
(Coordinador de Jóvenes Izquierda Unida Orihuela)