El otro día en una tertulia televisiva, nuestra conciudadana Antonia Moreno -representando nada menos que al PSOE- sonó excesivamente liberal. Hablaba de una riqueza muy particular y de defender a empresarios mientras criticaba a una escasísima minoría de los mismos. Pero al margen de eso, lo que me preocupaba, es el análisis que alguien apriorísticamente socialista haga del crecimiento económico.
Y es que, decía ella, el AVE es bueno, amén de otras cosas, porque genera riqueza. Genera riqueza. Miren, sin ser erudito en economía, ni siquiera avanzado, lo fácil que es entender en qué consiste ese flujo de riqueza. Las obras del AVE, encargadas por el gobierno, concederán mediante un proceso del todo transparente, las contratas de la obra a la empresa X; esta, a su vez, podrá tener en subcontratas a empresas más pequeñas, Y y Z. Todas las empresas implicadas en el proceso generarán empleo y bienestar, lo cual redundará en un incremento del gasto de estos trabajadores que resultará de nuevo en mayor riqueza y bienestar, además por supuesto del turismo (y el consecuente consumo) que el AVE pueda crear. No olvidemos lo más importante, estos trabajadores y empresas dejarán su dinero en un banco, el cual, merced a su mayor liquidez, podrá llevar a cabo mayores obras sociales de todo color. Riqueza y bienestar, en definitiva. Si me detuviera aquí, bien podría parecer este párrafo una nota de prensa del PSOE.
Pero no, mis letras van más lejos y más hondo, como mi opinión. Ese parto de riqueza que defiende el PSOE consiste en lo siguiente. Las empresas en contrata y subcontrata realizan los trabajos del AVE, por ellos una serie de obreros y demás cobrarán un sueldo más o menos decente. Y atención, el truco. Este sueldo no reflejará la realidad de lo que el obrero ha producido, sino mucho menos, con lo cual esa RIQUEZA ascenderá verticalmente hasta arribar, casi íntegra a los dirigentes máximos de la empresa. La RIQUEZA de la que habla la Sra. Moreno está en la nómina de jefecillos, ejecutivillos y directorcillos. Pero no acaba aquí, estos trabajadores, ansiosos en su mayoría por incrementar su nivel de vida material tal como promueve el catecismo económico con la publicidad, películas y demás se lanzarán a consumir; buscarán una casa y un coche por ejemplo. Empero, una casa y un coche son una inversión magna de cullons. Ya que tengo un sueldo que no es suficiente, ¿cómo lograr el preciado Audi y la preciada casa que tan exageradamente cara es?, et voilá, el banco te ayudará. Los susodichos trabajadores utilizarán una parte nada desdeñable de su sueldo en pagar a un banco los tipos de interés (menos despreciables todavía) que este les impondrá. Y, ya que no era suficiente con las nóminas domiciliadas con las que ya podían juguetear en el mercado bursátil, pues además los pobres banqueros se llevan una pizca de nada…unos cuantos puntos de interés sobre el préstamo. Por ende la tan deificada RIQUEZA, ¿dónde irá?, pues a la nómina de los ejecutivillos, jefecillos y directorcillos….de los bancos. Estos a su vez, junto con los empresarios, también consumirán claro, no son robots, pero… ¿qué consumirán?, pues todos aquellos bienes fabricados por y para gente pudiente (coches de gamas altísimas, barcos, trajes, joyas etc.), pero que, sin la RIQUEZA que genera la clase trabajadora no se podrían permitir. Es éste el busilis de la cuestión, la RIQUEZA no la generan las empresas, la generan los trabajadores y las empresas (el empresario) la recogen. Dicho más gráficamente, una tía me seduce, convence y pone a tono; en definitiva, me trabaja, y en el momento que parece que viene lo mejor, cuando la subo a mi piso y destapo la cama, se cuela otra, la aparta del terreno de juego y es ella la que me disfruta (la primera mujer TRABAJA y la segunda “DISFRUTA”, en un ejercicio de sinceridad sexual debo colocar las comillas). ¿Se entiende así?.
La esencia es una minoría enriqueciéndose y gozando a costa de una mayoría. Y lo peligroso es que tal minoría, y aquí viene la otra clave, está unívocamente asociada a la clase dirigente. Siendo así que estos utilizan todo la infraestructura legal y publicitaria del estado para que tal flujo de riqueza no sólo no cambie sino que además se vea beneficiado. Un círculo cerrado.
Lo más hilarante del asunto es que haya personas que, ufanándose de ser socialistas, defiendan que la iniciativa privada entre donde quiera y como quiera. Que con toda naturalidad, alaben el nombre de Pablo Iglesias a la par que dejan de reivindicar exigencias básicas del socialismo, como la naturaleza exclusivamente estatal de sectores clave, a saber: educación, banca, sanidad etc. Cuando Antonia Moreno, socialista de carné, alega que el AVE genera riqueza está defendiendo esa riqueza de cartel que únicamente una minoría ve y disfruta, nos habla de un PIB que no es más que una cifra vacía, de una renta per cápita tan realmente repartida como atractivo es el autor de estas líneas etc.
No es este texto una piedra política que tenga como objetivo desplazar a nadie, ni defenestrar a la figura de ninguna persona, no. Es una ocasión más que correcta para que, los socialistas reales, intentemos poner a cada uno en su sitio y llamar a las cosas por su nombre. Los que sean socialdemócratas, que no socialistas, que lo digan sin vergüenza y cambien las siglas de sus formaciones. Que los que no defiendan el contenido de un concepto, no se queden con su continente y hagan uso del mismo. Que aquellos que asocien riqueza a enriquecimiento de empresas y a los salarios actuales, genial, que luchen por ello, pero que se busquen su nicho nominal e ideológico propio…porque si bastante se ciscan ya en nuestras madres y padres la mayoría de clases dominantes, dadnos por lo menos el placer de no manchar nuestra bandera. Estaremos o no equivocados, seremos más o menos utópicos, seríamos mejores o peores gobernantes, pero aspiramos a ser honrados y lo más importante, CONGRUENTES. Por ello, si quieren ser tan buenos como nosotros, la invito a que en su próxima asamblea elabore una propuesta de cambio del nombre de su partido, un par de consejos: PNOE (partido neoliberal ortodoxo español) o PPSOE (partido pseudosocialista orquitis español). Eso sí, el español no lo quiten nunca, en esa E mayúscula y bien grande habrá no menos de un millón de votos anticatalanes, antigallegos y antivascos. Pero no, no habrá cambio de nombre, sabéis mejor que nadie que en la S de socialista hay muchos votos, demasiados….claro, perder el poder y ganar en honestidad…. ¿no es el camino no?
KARLOS BERNABÉ MARTÍNEZ (Coordinador de Jóvenes IU Orihuela